La soledad de los números primos

"En primer curso de la universidad había estudiado a ciertos números primos más especiales que el resto, y a los que los matemáticos llaman primos gemelos: son parejas de primos sucesivos, o mejor, casi sucesivos, ya que entre ellos siempre hay un número que les impide ir realmente unidos, como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43.... "

Esta es la preciosa metáfora con la que el autor nos hace sentir la soledad y los sentimientos desgarradores y a la vez normalizados que experimentaremos mientras leemos el libro y de cómo dos personas absolutamente especiales y unidos por mucho más que el amor, siempre son separados por la barrera invisible de los recuerdos.


"Alice della Rocca  odiaba la escuela de esquí. Odiaba tener que despertarse a las siete y media de la mañana incluso en Navidad, y que mientras desayunaba su padre la mirase meciendo nerviosamente la pierna por debajo de la mesa, como diciéndole que se diera prisa. Odiaba ponerse los leotardos de lana, que le picaban los muslos, y las manoplas, que le ipedían moder los dedos, y el casco, que le estrujaba la cara y tenía un hierro que se le clavaba en la mandíbula, y aquellas boas, que siempre le iban pequeñas y le hacían andar como un gorila. 

- Bueno ¿qué? ¿Te bebes la leche o no? - volvió a apremiarla su padre. 

Alice tragó tres dedos de leche hirviendo que le quemó sucesivamente la lengua, el esófago y el estómago. 

- Bien. Y hoy demuestra quién eres ¿vale? 

<<¿Y quien soy?>>, pensó ella. 


Así empieza el primer capítulo de "La soledad de los Números Primos". Un libro que se lee con rapidez y de buen grado pero su tortura sentimental y su profunda complejidad emocional hace que nos sintamos de pronto desnudos ante una cantidad de cosas que el destino forjó y destrozó la vida "normal" de dos jóvenes.

La historia trata de Alice della Rocca, la cual el clase de esquí u por un pequeño "accidente", resbaló a través de un barranco y se quedó horas inconsciente y esperando a la nieve con un esquí atravesándole una pierna.

Y también trata de Michela y Mattia, dos gemelos que al ir creciendo dejan patente que son diferentes. Mattia es increíblemente inteligente mientras que su hermana Michela padece de algún tipo de enfermedad que la impide ser como el resto de los niños. Todos los rechazan y nadie quiere jugar con ellos y Mattia siente la oscura presencia de la soledad hasta que a un niño de su clase le obligan a invitarlos a los dos a su cumpleaños. Por el camino Mattia comprende que su hermana se pondrá a llorar, romperá los juguetes de los otros niños y empezará a hacer cosas raras que lo condenen nuevamente a la soledad. Entonces le dice que la espere en un parque sentida, se va solo al cumpleaños y al volver... su hermana está desaparecida.


No es una historia de policías ni una búsqueda por los fantasmas que convirtieron a ambas personas en traumas vivientes e indescifrables, sino un sencillo y ligero paso, con un visión absolutamente normal, de lo que viven y cómo lo viven.

A mí me ha parecido una novela exquisita. Sobretodo ahora que