La ropa construye la identidad 1

Hola de nuevo, queridos lectores (sí, tú ahora hazte la buena...)

Quiero hablaros hoy, este domingo deprimente por la mañana, de las teorías de Simmel, un hombre que hechó por traste toda mi idea sobre el individualismo intelectual. Este sociólogo y filósofo alemán de finales del S. XIX y principios del XX fue capaz de predecir mejor que cualquier pitonisa lo ibamos a hacer nosotros, en pleno S. XXI, al callejear buscando el modelito más chic para ser la envidia de todo el mundo.

Así que paso a explicaros lo que más o menos decía en su obra: Las grandes urbes y la vida del espíritu.


Un hombre se comporta de forma diferente dependiendo del lugar en el que viva. De hecho, un hombre de pueblo o de pequeña ciudad tendrá más desarrollada la capacidad sensitiva que una persona que viva en una gran ciudad, donde primará la racionalidad y la deshumanización. Esto es porque la gran ciudad ofrece una serie de impresiones mucho más fuertes y en una cantidad tan grande que el cerebro no puede captarlas todas sin que esto dañe a su sensibilidad o a su forma de ser. Todos los días nos cruzamos con borrachos, vagabundos, gente pidiendo dinero, niños pegándose y otro tipo de sucesos que dañarían nuestra percepcion sensible si no nos defendiéramos contra ellas. Así que, sencillamente desarrollamos un escudo apático que nos convierte en una máscara de indiferencia frente a lo que vemos. ¿Qué pide dinero? De acuerdo, le echamos un euro, pero no le ofrecemos trabajo ni le invitamos a una hamburguesa. ¿Qué nos vende un negrito una película? De acuerdo, compramos una, que aún encima nos interesa sin preguntarle si ha cenado y si se quiere sentar con nosotros. Y eso en los casos en los que nos sentimos terriblemente desprendidos!

Por ello el hombre se vuelve completamente indiferente al resto de la gente que conoce, mientras que en las pequeñas ciudades o pueblos es el roce del día a día lo que conforma las relaciones de forma que no necesitan protegerse.

Pero claro, este tipo de apatía acaba desarrollando una gran indiferencia en el hombre de la gran ciudad: se siente deprimido porque se encuentra exactamente igual al resto. Entonces él mismo decide que necesita diferenciarse del resto y demostrarle al resto de la gente que es diferente. ¿Cómo? Con la ropa. En las grandes ciudades nacen estilos de ropa tan exagerados y drásticos que llaman la atención con un simple golpe de vista (los Oshare de Tokio o los Punkies de Londres)




Por eso hoy abro una investigación movida gracias a mi desvergüenza de hacer encuestas tanto en trenes como por la calle, decidida a enterarme y haceros saber si la gente de a pie cree que la ropa construye la identidad. ¿Mi objetivo? Al menos 100 o 200 encuestas para que los resultados sean mínimamente fiables. Y vosotros ¿qué creeis? ¿La ropa construye la identidad?